dissabte, 27 d’octubre del 2007

Mio Cid que salís de Burgos

Exien lo ver mugieres e varones,
burgeses e burgesas por las finiestras sone...

Mio Cid, 16b-17

Mio Cid que salís de Burgos
al destierro con tus hombres,
¡quién pudiera acompañaros,
sosteneros los pendones,
cabalgar siendo uno más
de los recios infanzones
que graves miran la tarde
y el sol que lejos se pone,
y el cielo gris de Castilla,
el invierno y sus colores!
¡Llevadme, Mio Cid con vos!
¡Os lo ruego con el core!
¿Qué me esperará aquí en Burgos,
en esta ciudad de nobles
cuando vos seáis exido,
cuando ya por fin se borre
la parva sombra del polvo
por los caminos de bronce?
¿Horas de mullidas siestas?
¿De maitines y loores?
¿De risas, juegos y danzas,
de fiestas, quizás de amores?
Para otros sea esa vida,
y para mí los dolores
del destierro, de las hambres,
del frío, de los sudores,
de ser proscrito del rey
y de hacerme con vos hombre.

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